El olivo se cubre de trama al llegar la primavera,
Y el agricultor paciente espera,
Que el calor, convierta la trama en flor,
Para buscar en el centro de esas diminutas flores,
Un punto verde de esperanza que de aliento a sus sudores.
Por San Juan, el olivo nos muestra el fruto,
Mirando al trasluz su ramas, pueden verse, diminuto diminuto,
Y el árbol va seleccionado,
A uno lo deja caer a otro lo va engordando.
Canta la chicharra, y el verano deja al olivo estresado,
El agricultor empieza a estar preocupado,
La aceituna se precisa, y le pide agua a toda prisa.
Con ella la aceituna pierde las arrugas y va cambiando de color,
El brillante oscuro aceituna indica su maduración.
Y con la llegada del invierno comienza la recolección.
Atentos a la meteorología, la noche a sido clara y fría
Y así amanece el día.
En el tajo a la llegada,
Podemos percibir al andar el crujir de la tierra escarchada,
Se congelan las palabras, y se convierte en humo el aliento,
Y mas tarde sopla el solano ¡Valla viento!
Aceituneros y aceituneras le echan un par, que es lo que hay que echarle,
Y así después de un duro día, la aceituna colma el remolque
Y nos dirigimos al descargue.
Antes hay que guardar cola, y en ella comentarios vienen y van,
Tantos estamos de cuadrilla y tantos kilos vendrán,
Y viendo como está la cosa,
No queda más remedio que echar una mentira piadosa,
Pues si todo lo que alli se cuenta fuera verdad.
La recolección de la aceituna finalizaría antes de la navidad,
Tras realizar el descargue la aceituna limpia y bañada se dirige a la pesada
Y al recoger el ticket, el agricultor comenta para sus adentros
¡Que perra está la romana!
A partir de ese momento la extracción comienza,
La aceituna se muele y convertida en una masa
Se une con el agua en matrimonio de conveniencia,
Y después de una corta relación, llega la separación,
Y aquella agua limpia y clara recoge las impureza,
Que se encuentran en la masa.
Convertida en alpechín se conduce a una balsa,
De la masa se extrae el hueso que alimenta la caldera,
Y la masa bien repasada se transporta a la orujera,
Pero sin duda el protagonista principal es el aceite.
El maestro cuida con mimo el proceso
Para que las virtudes naturales, permanezcan intactas en este.
Viajando en primera clase, con un trato muy especial,
Circula por acero inoxidable, sin duda el mejor metal.
Hasta llegar a la bodega donde se deja reposar,
En bidones que brillan como espejos, donde te vas a mirar.
Un catador experimentado contrasta con el maestro color, olor y sabor,
Para elegir el aceite que consideran mejor,
Y el aceite seleccionado pasa al filtrado de forma totalmente natural.
Después es envasado y queda pendiente de etiquetar
Una vez etiquetado con el nombre Jabalcuz
Se introduce en cajas para protegerlo de la luz,
Y aquí termina el proceso en el que todo el que interviene se presta
Para obtener como resultado un excelente virgen extra.
Lástima que entre a A y la Z aun no se encuentre la comercialización,
Esta es la asignatura pendiente de difícil resolución,
Sin duda este es el motivo por el cual un aceite de sobrada calidad
Viaja con el rostro oculto en cisternas,
Cuando debería viajar a cara descubierta
Mostrando su identidad en botellitas pequeñas.
Algún día llegará si que para ello haga falta un milagro,
Que la comercialización de nuestro aceite se incluya en el abecedario,
Y cuando este aceite de a la comida mas sabor y mas salud,
Se sabrá que el aceite utilizado es nuestro aceite jabalcuz.
En esta sierra villariega se produce muy buen aceite,
Como socio interesado, yo les hablo del que conozco, que es este,
Y como ya quedó anticuado aquello de que” el buen paño ene. Arca se vende”
Yo abro un poquito el arca que perder nada se pierde.