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miércoles, 15 de abril de 2015

Los Villares Jaen, Ricardo Aranda Mohedano.

Cuatro puntos cardinales
Tiene este pueblo serrano
La pandera, Jabalcuz,
Puerto Viejo y Quiebrajano.

Entre montañas metido
Lo domina el olivar,
Es una gloria este pueblo
Por ser algo peculiar.

Entre Jaén capital
Y este pueblo tan chiquito
En coche son diez minutos,
Y andando, lo que un suspiro.

El puente del nogueral
Que lo une con los llanos,
Es parada obligatoria
Del coche de Montijano.

El agua de este pueblo alarga la vida
Nacida de un manantial
Al que le llaman Río  Frío
¡Es el Ojo del Moral!

Cuando llega Abril y Mayo
En este pueblo se cría
El espárrago triguero,
Que al cogerlo da alegría.

Es su virgen del Rosario
La patrona de este pueblo
Venerada con cariño
Por todos los lugareños.

Con las fiestas del Rosario
Todo el pueblo está gozoso
Todo el pueblo participa,
El alma llena de gozo.

El que a este pueblo se asoma
Se contagia de su fe,
De su gente encantadora
Por su manera de ser.

Les hablo de Los Villares
Este pueblo tan precioso
Residencia de placeres
Vivir aquí, ¡todo un gozo!





Añorados recuerdos, Antonio Mena Campos.

Hay recuerdos del pasado
Que a veces nos ponen tristes,
Si mucho de lo que amaste
Con los años ya perdiste.

Se fueron nuestros mayores
Y con ellos sus consejos,
Que tanto nos ayudaron
A encarrilar nuestra vida,
Sin tapujos, ni complejos.

Por ser años de escasez
Crecí bien aconsejado,
Para pensar en el mañana
Sin olvidar el pasado.

¿Es solo vivir al día
El progreso y bienestar,
Sin pensar en el futuro
De los que después vendrán,
Que olivos y sólo olivos,
En el campo encontrarán?

Me causa honda tristeza
Cuando veo el cerro viento,
Convertido en olivar
Lo que fue nuestro granero.

Cortijos abandonados
Donde tanta vida había
Y aquellos manantiales
De agua limpia y fresquita,
Que también se aprovechaban
Para criar hortaliza
Que hoy veo se usan
Para el riego de la oliva
Ya que de beber en ellos
Del todo no me fiaría.

Apenas quedan higueras,
Ni perales, ni manzanos,
Ni encinas belloteras
Ni almendrales, ni granados,
Que tanta hambre quitaron
En los ya lejanos años,
Que de una nefasta década
Solo miseria heredamos.

Si miro hacia Jabalcuz,
Las Cimbras o la Pandera,
Solo se ven alambradas
Donde apenas hay ganado,
Ni caprino, ni de oveja.

Aquella caza abundante,
De perdices y conejos,
Sólo queda en el recuerdo
De los que ya somos viejos.

¿Dónde están el cuco y el grajo,
El alcaudón y el jilguero,
Tórtolas y codornices?
Por más que pateo el campo
Por parte alguna los veo.

¿Dónde está la golondrina?
Que desde Marzo a Setiembre
Cubrían cables de la luz
Y alegraban nuestro entorno
Con su piar estridente.

La ponzoña que a la oliva
Echamos para que de más
Envenenó su comida,
Su agua y su hábitat.

Tenía el río Eliche
En sus recodos muchas charcas
Donde solíamos bañarnos
Sin miedo a la legionella,
Porque eran puras sus aguas.

Hoy aunque sepa a cloro
Y algo blanquita sale,
Solo bebo en los caños
Que manan en los pilares,
Y entonces para beber
Cualquier charquito era bueno,
Y fuese en río, arroyo,
Alberca, pozo o venero.

Había frutas y hierbas
Silvestres al natural
Que solíamos comerlas
Sin temor a enfermar.

Otra cosa que me aflige
Y creo tener motivo
Son esas construcciones
Dónde solo había romeros,
Zarzas, retamas y tomillo
Cubriendo el limpio acuífero
De donde mana Río Frío.

Y donde hay viviendas
Gente las habitará
Que defequen cada día
Y basura tirará,
Así como detergentes
Que en su limpieza usarán,
Con bacterias insalubres
Que las lluvias filtrarán
Y donde brotó pureza
Sólo agua de cloaca
Algún día brotará.

De lo que ocurra mañana
No se deben preocupar
Al menos por estos días
Que las fiestas durarán.

Yo les aconsejaría
Divertirse noche y día
Y para aplacar la sed,
Vino o cerveza muy fría.

Coman pollitos asados,
Morcilla, chorizos y pinchitos
Y esas exquisitas chuletas
De Adora y Los Moynos.

Bailen, canten y disfruten
Mientras que dure la fiesta
E el “land rover” y “la cuba”
Donde no hacen daño a nadie
Que es dentro de la cochera.

Como final pediré
A la Virgen del Rosario
Que no le falte a mi pueblo
Paz, solidaridad y trabajo.

Semblanza de un pueblo, Los Villares, Ricardo Aranda.

Les voy a narrar, según mi criterio, las peculiaridades de este pueblo, que debido a los años que llevo visitándolo, creo conocer un poco.
Lo primero que hay que resaltar, es su orografía, que es muy quebrada y eso le da una belleza singular, cualidad que es muy apreciada por los que no somos de aquí, y nos extasiamos cuando nos ubicamos en una de sus cumbres y contemplamos el panorama de ese pueblecito entre montañas que te da la sensación de estar contemplando la estampa de un belén navideño.
En segundo lugar, la savia, que sin ella el mundo se acabaría, y me refiero al agua que en sus entrañas posee; brotando de sus varios manantiales, pero en especial el de Río Frío. Todo un lujo aunque los nativos no le den la importancia que tiene, para mí, ¡mucha!
También tengo que resaltar la condición humanitaria que posee en sus habitantes, de acogimiento y sinceridad (por lo menos, yo no puedo decir lo contrario). Las personas que yo trato me lo demuestran con su comportamiento.
Y, por ultimo, para no extenderme más, porque hay muchas cosas para resaltar, pero sí quiero aquí citar que los meses que más me gusta estar aquí son abril y mayo; y es porque en sus campos, es todo un lijo ver sus aguas cantarinas deslizarse por los arroyuelos, y coger esos frondosos espárragos hasta completar un manojo, que en vez de ser manojo es un haz que da gusto contemplar. Oír al cuco cantar, el inhalar el perfume del tomillo y el romero en esas montañas cargadas de exuberante vegetación. Aunque ha mermado mucho por los insecticidas vertidos en sus campos para curar esos miles de olivos que pueblan sus montañas, que también contribuyen a embellecer sus campos.
Y no quiero cansaros más, me despido de todos los vecinos de esta villa con un abrazo, deseándoles unas felices fiestas para todos.
Hasta la próxima.