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lunes, 4 de mayo de 2015

Poesia, Rosario Higueras Campos.

Adiós Virgen del Rosario
mil gracias te hemos de dar
todos los que te queremos
siempre nos iluminarás.
Porque eres tan bonita
tu cara es el lucero
que a todos nos alumbrará
desde lo alto del cielo.
Que no nos falte el trabajo
y con tu amor de madre
siempre nos acompañarás
en el pueblo de Los Villares.
Por eso todos aclamaremos
a nuestra Virgen del Rosario
la que nos bendecirá
y nos cubrirá con su manto.
En el cielo hay muchas estrellas
que brillando siempre están
y la Virgen del Rosario
reina de toda la humanidad.
Guapa, guapa, hermosa siempre estás
alza tus manos benditas
y danos tu amor y con él la paz.
Eres lo más grande de mi corazón
tú eres mi esperanza
tú eres mi gran pasión
adiós madre, adiós, adiós.
Valoremos a nuestro sacerdote
D. Carmelo que lleva un gran amor
a todos los villariegos
con su hermoso corazón.
Qué gracia tiene y que dicha
alabando a nuestro Dios.
Que con su fe y alegría
explica bien nuestra misa
que dice todos los días.
Dios lo guarde muchos años
lleno de felicidad
y en la Virgen del Rosario
encuentre su amor y la paz.
Este pueblo villariego
que dicha que ha tenido
que la Virgen del Rosario
nos guíe por buen camino.
Saludemos a la Virgen rezando
con devoción esas cuentas del rosario
llenas de gran devoción.
Todos tus hijos queridos
disfrutar con afán
y todos los forasteros
que al pueblo ha de llegar.

Recordando a nuestra patrona, Rosario Higueras Campos.

A la Virgen del Rosario
Patrona de Los Villares
a la que confío siempre
porque ella es nuestra madre.
Yo le pido en este día
que es su fiesta en Los Villares
que nos ayude en nuestra vida
en mi soledad de madre.
Eres toda mi alegría
en quien tengo devoción
ayúdanos madre mía
y danos tu paz y amor.
En estas fiestas queridas
de la Virgen del Rosario
aclamemos a la Virgen
que nos cubra con su manto.
Todas van con alegría
en estas fiestas con amor
y a la Virgen del Rosario
la llevan en el corazón.
Todos la van a pasear muy bien
disfrutando de lo bueno lo mejor
bailando y cantando van
los jóvenes con amor.
A las novias las alaban
tan guapas y bonitas van
y la reina de las fiestas
y las damas guapas van.
Y al hermano mayor
que bien, lo van a pasear.
Y toda la cofradía
y todos en general
en estas fiestas tan lindas
disfrutarán con afán.
Y la Virgen del Rosario
con su hermosa procesión
bendecirá a nuestro pueblo
porque es la madre de Dios
la que va por nuestras calles
y a todos nos da su amor.
Viva la Virgen del Rosario
viva la madre de Dios
y viva la cofradía
que hace muchos años se formó.
Para que todos los villariegos
aclamemos a la Virgen
para que ella nos proteja
y vivamos todos felices.
Y al Alcalde de este pueblo
y a todos los concejales
les mandamos un saludo
para que protejan
a todos sus habitantes.
Viva la Virgen del Rosario
y vivan los villariegos
y vivamos todos juntos

defendiendo nuestro pueblo.

A los abuelos de mi pueblo, Jose Miguel García Palacios.


«Quien no ha escuchado alguna vez a su abuelo, o a su abuela, mientras contaba alguna historia de esas que comienzan «Cuando yo era joven...» Pues esas historias, de las cuales ellos son protagonistas, son las que hacen nuestra historia, la historia de este pueblo, y las de sus antepasados. Por ello, se merecen un poco de atención, y yo les dedico mi pequeño homenaje».

Dicen que cada uno
es profeta de su tierra.
Yo no voy a ser menos,
por eso escribo este poema.
¡Qué os podría contar yo!
de éste, de siempre, mi pueblo,
que no sean sus calles tranquilas,
su plaza, llena de abuelos.
Sí, llena de abuelos, os digo,
siempre, a media mañana,
pués ya, que están jubilados,
¿Qué harían ellos en casa?
Son ellos quienes saben del pueblo,
sus fiestas, sus viejas historias,
cuando la gente vivía en cortijos...
cuando la Guerra Civil Española...
Ellos lo llevan vivido,
sufrieron sus consecuencias,
aquellos difíciles años
que tanto olvidarlos les cuesta.
Pero aún todavía se acuerdan
también de buenos momentos,
las fiestas de las cortijadas,
Y también las de aquí, las del pueblo.
Cuentan que hacían muchos bailes,
en los cortijos, junto al fuego,
y los jóvenes a las muchachas
rondaban, bailando y riendo.
Recuerdan también el trabajo,
el duro trabajo del campo,
empezaban el día de noche,
y a la noche les llegaba el descanso.
Todos estos recuerdos,
son los de nuestros abuelos,
unas veces son tristes,
otras veces, muy buenos,
pero a ellos no se les olvida,
siempre tendrá en el recuerdo
a la tierra de su vida:
Son Profetas de su pueblo.

Nostalgia de un Villariego, Antonio Mena Campos

Un siglo habría de vivir
amándote como te amo
para pagarte mi deuda
pueblecito soberano.
En Ti vi la luz del sol
por primera vez en mayo
que ahora es el mes de las madres
aunque no lo era aquel año.
De Ti salió cuanto soy en Ti
gemí el primer llanto en Ti
viví la niñez
entre una guerra de espanto.
Maduré bajo tu cielo
perdí a mi madre temprano
reí, jugué y trabajé dentro de Ti
y en tu campo.
Bebí en Riofrío agua fresca
transparente en cualquier charco
que solía aplacar la sed
igual en julio que en marzo.
Tu cueva del contadero
y tu peñón colorado
tu cerro de la Pandera
que te acuna en su regazo.
Tu olivarero Jabalcuz
desde el camino de Martos
hasta lo alto el Pocico
¿quién poseerá tanto?.
Vi verdear tu campiña
del Cerroviento en su alto
de donde en burro acarreé mucha paja
y mucho grano.
Tus vegas yo conocí
frondosas y verdeando
regadas de agua abundante
y el sudor del hortelano.
Pateé tus olivares sin potingue envenenado
y bajo ellos pasé días y meses arando.
Vareé y cogí aceituna
que una vez puesta en el saco
transporté hasta la almazara
bien en burro o en caballo.
Fuí serrano en tus molinos
hice ramales de esparto segué,
trillé y ablenté al llegar cada verano.
Comí higos en tus higueras
que hoy casi todas cortaron
tetillas de vaca e hinojos
que se criaban en tus prados.
Cacé conejos y perdices
también cacé pájaros
para a la hora del almuerzo
con buen tomate guisarlos.
Como eran abundantes
ya que sano estaba el campo
se podían cazar muchos
para nuestra nutrición sin llegar a descartarlos.
Ya de niño pesqué ranas
en tus arroyos y charcos
y de tanto comer zancas
nos poníamos como sapos.
Respeto hacia los mayores
al igual que en el pasado
recalcaban nuestros padres
a la hora de educarnos.
Algo cambió en tu interior
desde aquel tiempo lejano
el progreso y el automóvil
trocó costumbres de antaño.
Hay menos solidaridad
cada uno va a su apaño
y aunque se viva mejor
no es por ser más limpio el grano.
A Dios le doy las gracias
que tu nombre no cambiaron
Los Villares ¡casi na!
no hay nombre con más rango.
Como final pediré a la Virgen del Rosario
salud, dinero, amor
y unas felices fiestas para todos mis paisanos,
también le daré las gracias
de que en la nube de este año
no hubiese muertos ni heridos
y que sólo fuese el susto
o la suciedad del barro,
pues Ella con su bondad
no nos suelta de la mano
ya que sabe que en el fondo
la queremos y adoramos.

Los Villares, remanso de paz, Ricardo Aranda Mohedano

Meditando en un rincón
de éste pueblo campesino
llegué hasta la conclusión
que el estar aquí es divino.
Su gente es encantadora
te tratan con mucho agrado
todos parecen familia
de un trato tan esmerado.
Su fé lo mantiene vivo
de un cristianismo muy sano
basado en su fé cristiana
que los une como hermanos.
Es un pueblo laborioso
por su labor artesana
sobre todo la vareta
por su renombrada fama.
Es un remanso de paz
y te encuentras tan agusto
con el agua que es jarabe
para la salud, lo justo.
Es un pueblo que camina
entre agrícola y artesano
conservando tradiciones
que vienen de su pasado.
Rodeado de montañas
y sembrado de olivares
este pueblo es un vergel
desde tiempos ascentrales.
Para poder valorar
lo que encierran Los Villares
hay que vivir en su seno
la magia de sus achares.
Este pueblo está a la sombra
de dos enormes montañas,
Jabalcuz y la Pandera
que le sirven de compaña.
Cuando aquí llegan las Fiestas
esas fiestas del Rosario,
todo el Pueblo participa
con alegría y agrado.
Son las fiestas de éste pueblo
unas fiestas singulares
donde se olvidan las penas
y se destierran los males.
Y por eso en estas fiestas
tan bonitas y entrañables
le doy un ¡Olé! a este pueblo
que le llaman Los Villares.