Meditando en un rincón
de éste pueblo campesino
llegué hasta la conclusión
que el estar aquí es divino.
Su gente es encantadora
te tratan con mucho agrado
todos parecen familia
de un trato tan esmerado.
Su fé lo mantiene vivo
de un cristianismo muy sano
basado en su fé cristiana
que los une como hermanos.
Es un pueblo laborioso
por su labor artesana
sobre todo la vareta
por su renombrada fama.
Es un remanso de paz
y te encuentras tan agusto
con el agua que es jarabe
para la salud, lo justo.
Es un pueblo que camina
entre agrícola y artesano
conservando tradiciones
que vienen de su pasado.
Rodeado de montañas
y sembrado de olivares
este pueblo es un vergel
desde tiempos ascentrales.
Para poder valorar
lo que encierran Los Villares
hay que vivir en su seno
la magia de sus achares.
Este pueblo está a la sombra
de dos enormes montañas,
Jabalcuz y la Pandera
que le sirven de compaña.
Cuando aquí llegan las Fiestas
esas fiestas del Rosario,
todo el Pueblo participa
con alegría y agrado.
Son las fiestas de éste pueblo
unas fiestas singulares
donde se olvidan las penas
y se destierran los males.
Y por eso en estas fiestas
tan bonitas y entrañables
le doy un ¡Olé! a este pueblo
que le llaman Los Villares.
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