jueves, 27 de noviembre de 2014

Mi niña... mi vida..., Pablo Aguayo.

Deseaba tu sonrisa para que mis lágrimas se volvieran dulces,
tu sonrisa tranquila, ruidosa, blanca, de tu ser a mi alma.
Soñaba tu voz, dando mi vida a una cuna repleta de estrellas, cuentos y hadas.

Tu voz... dulce y tierna,
fluyendo como agua transparente y clara.
Esperaba nuestro encuentro
cuando aun no te conocía... mi niña,
no estabas en el mundo y ya te quería.

Amaba un llanto, tus pasos torpes y olor de flores,
no te sostienen mis brazos,
sostienen tu vida y la mía,
ríete niña... mi hija.

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