La Virgen del Rosario
ha ido de peregrinación,
mientras le han hecho
una gran restauración.
Sus hijos entretanto
la han echado de menos,
esperando con ilusión
que volviera de regreso.
Este ha sido apoteósico
acudiendo todo el pueblo,
dándole gracias a Dios
por tan feliz acontecimiento.
Esto debe servirnos de ejemplo
para restaurar nuestras almas,
que también nos hace falta,
cumpliendo los Mandamientos.
Y celebrar jubilosos
las fiestas en su honor,
pidiéndole nos envíe
la ansiada lluvia, con fervor.
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