lunes, 4 de mayo de 2015

Ante una próxima efemeride, Manuel Lopez Perez.

El próximo año 2000 por su peculiaridad de final y principio de milenio va a ser un año pródigo en fastos y conmemoraciones, para el caso concreto de Los Villares tiene una especial significación. Porque se conmemoran los cuatrocientos años de su independencia jurisdiccional del Concejo de Jaén. Es pues el IV Centenario de un hecho tan significativo como el logro de la ansiada independencia jurisdiccional, el auténtico nacimiento como pueblo y por tanto una fecha digna de amplias consideraciones.
Reiteradamente los historiadores han expuesto el largo y complicado proceso en que se gestó y desarrolló la colonización y repoblación de la Sierra de Jaén, proceso que daría vida a las hoy florecientes comunidades de Campillo de Arenas, Mancha Real, Valdepeñas de Jaén y Los Villares y que aparte de ser dilatado en el tiempo fue muy complicado, administrativa y judicialmente, en razón a los intereses políticos y económicos que el Concejo de Jaén tenía en aquella amplia zona.
Conseguida, no sin lucha y esfuerzo, la creación de estos pueblos el Concejo giennense del que dependían jurisdiccionalmente limitó cuanto pudo su afincamiento y consolida-
ción, lo que daría origen a continuos roces y pleitos y sobre todo a un deseo común de emancipación. Las serias dificultades económicas que la Corona tiene que afrontar desde mediados del siglo xvi, obligan a buscar dinero por todos los medios posibles. Y uno de ellos es la venta de pueblos y su jurisdicción a cambio de una suma de dinero que recibe el monarca. Muchas villas pasan así de la jurisdicción realenga a la señorial y consiguen su emancipación largamente deseada. Por este motivo la ciudad de Jaén comienza a perder el control directo de sus lugares y aldeas a mediados del xvi.
En este proceso es donde se enmarca la emancipación de los pueblos fundados en 1539, gracias al privilegio que en 1508 había otorgado la reina doña Juana para repoblar la Sierra de Jaén.
Mancha Real se independiza en 1557; Valdepeñas en 1558; Campillo de Arenas un año después, en 1559. Y los Villares lo consigue más tardíamente, en 1600, cuando reina en España la real magestad de don Felipe III. Este logro queda ensombrecido a poco, pues Felipe IV siguiendo este método de saneo fácil de la Real Hacienda, determinó vender en 1629
las villas de Cazalilla, Valdepeñas y Los Villares a don Antonio Álvarez de Bohorques, Marqués de los Trujillos. Ello motivaría la airada reacción del Concejo de Jaén, que mediante sus procuradores en Cortes intentan evitarlo. Y de rebote propicia una solapada rebelión en los villariegos, de forma tal que cuando el concejo giennense intenta adehesar tierras y montes y arrendar los rastrojos del término de Los Villares, los villariegos se amotinan y prenden a los enviados de Jaén.
Nuevos momentos de tensión se originaron en mayo de 1631, cuando el Concejo de Jaén tiene noticia de que el Marqués de los Trujillos va a proceder a la medición y amojonamiento de las tierras de Valdepeñas y Los Villares. Con el tiempo la jurisdicción volverá al Concejo de Jaén. El Marqués de los Trujillos seguirá percibiendo hasta bien avanzado el siglo xvm determinados tributos, e incluso por Real Cédula de 14 de noviembre de 1707, don Francisco de Ceballos y
Villegas, a quien Felipe V hace Vizconde de Los Villares, consigue el deslinde y amojonamiento del término. Pero estas modalidades de jurisdicción señorial serán muy irrelevantes y tendrán una carga simbólica. Porque desde 1600 la realidad es que Los Villares es ya una villa que sabe del preciado don de la emancipación. Merece pues la pena que esta efeméride se tenga en consideración. Y que sea un acicate para emprender iniciativas y proyectos, en los que partiendo del análisis de nuestro pasado, evaluemos la realidad del presente y diseñemos, en lo posible, la esperanza de nuestro futuro. Se ha dicho con insistencia que los pueblos que olvidan su historia se verán obligados a revivirla. Buena ocasión es pues la de este IV Centenario para que todos nos acerquemos, con esperanza y expectación, a la rica y jugosa historia de nuestro pueblo que a buen seguro para muchos está por descubrir.
                                                              Manuel López Pérez Cronista Oficial de Los Villares

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