La Historia es olvidadiza;
es sorda y un poco ciega,
es mujer enamorada
de héroes de grandes gestas.
Donde mueren justos hombres
la Historia dice que empieza
y se sabe que es mentira
porque con pobres no cuenta.
Es igual lo que hayan hecho,
es igual cómo murieron,
el tiempo los sepultó
y los pobres nada dejan.
Todo parece ser viento,
el fuego devora leña,
nada queda en el recuerdo,
los campos lloran de pena.
¡Ay de ti! Pedro Alcalde
, guerrillero de escopeta,
que moriste por España
y de ti nadie se acuerda.
Que en las sierras te escondías
para darle al francés guerra,
que en tiempos del rey Fernando
conquistaba nuestras tierras
. Y lejos de tu familia,
de tu gente y de tu pueblo
combatías y llorabas
en las noches tu tristeza:
«Gabachos, hijos malditos,
¿a qué venís a esta tierra?,
a darnos más sangre y muerte
donde sólo el hambre queda
. ¿ Qué queréis de mi España?
qué, si ya nada le resta.
Sembradores de desgracias
por hincar una bandera».
«Yo vivía con los míos
entre el campo y la pobreza,
hombre de paz y de honra
que admiraba la nobleza
y la virtud de los pueblos.
Pero entrasteis como fieras:
fusilamiento y degüello,
cortando nuestras cabezas.
¿Es esta vuestra justicia?
¿Dónde está vuestra piedad?
Y al hombre que se sabe hombre
alma y sangre se le hielan:
prefiero caer por mi patria
que cantar la Marsellesa» (1).
«Adiós mujer, adiós hijos,
que yo no busco riqueza,
busco lucha y victoria
para mi pueblo vengar.
que un grupo de villariegos
nos fuimos serrear
y en Martos y Los Villares
y montes de Mancha Real
dejamos nuestro coraje
al rey y a la libertad.
“Han sido tiempos amargos
en los cerros y en las peñas,
cabalgando en mi montura
y tiritando en las cuevas.
Yo cumplí, no me arrepiento,
pero mi alma sí se queja,
pues antes fui labrador
de azada y de herramienta
y ahora soy fantasma en la noche.
Pero cuidado, alguien llega...”
¡Ay de ti! Pedro Alcalde,
guerrillero de escopeta,
que moriste por España
Y de ti nadie se acuerda.
Que en la finca las Viñuelas
te fueron a capturar
y entre olivares y piedras
no dejaste de luchar.
que traidores siempre quedan
y su vida es traicionar
a los hombres por recompensas
que nunca han de cobrar.
todo parece ser viento,
y el fuego devora leña,
nada queda en el recuerdo,
los campos lloran de pena.
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